La Biblia nos dice que “Dios es Amor” (1 Juan 4:8). ¿Pero cómo podemos siquiera comenzar a comprender esa verdad? Hay muchos pasajes en la Biblia que nos dan la definición de Dios del amor. El versículo mejor conocido es Juan 3:16: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Así pues, una manera en la que Dios define el amor es en el acto de entrega. Sin embargo, lo que Dios dio (o deberíamos decir, a “quien” Dios dio), no era simplemente un obsequio envuelto; Dios sacrificó a su hijo único para que nosotros, los que ponemos nuestra fe en su hijo, no pasemos la eternidad separados de él. Este es un amor asombroso, porque nosotros somos quienes escogemos estar separados de Dios por nuestro propio pecado, y aun así, es Dios quien enmienda esta separación por medio de su intenso sacrificio personal, y todo lo que tenemos que hacer es aceptar su obsequio.
Otro gran versículo sobre el amor de Dios se encuentra en Romanos 5:8: “Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros”. En este versículo y en Juan 3:16, no encontramos condición alguna de la cual dependa el amor de Dios por nosotros. Dios no dice: “Tan pronto como limpies tus acciones, te amaré”; ni tampoco dice: “Sacrificaré a mi hijo si prometes amarme”. De hecho, en Romanos 5:8, encontramos exactamente lo opuesto. Dios quiere que nosotros sepamos que su amor es incondicional; por eso envió a su hijo, Jesucristo, a morir por nosotros, mientras nosotros éramos aún pecadores. No tuvimos que limpiarnos, no tuvimos que hacer ninguna promesa a Dios antes de poder experimentar su amor. Su amor por nosotros siempre ha existido y por ello, él entregó todo y sacrificó todo mucho antes de que estuviéramos conscientes de que necesitábamos su amor.
Dios es Amor, y su amor es muy diferente al amor humano. El amor de Dios es incondicional y no se basa en sentimientos o emociones. No nos ama porque nosotros seamos fáciles de amar o porque le hagamos sentir bien; él nos ama porque él es amor. Él nos creó para tener una relación amorosa con él y sacrificó a su propio hijo (quien también estaba dispuesto a morir por nosotros) para restaurar esa relación.
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